Un hombre es lo que es su vida, si un hombre no modifica nada dentro de sí mismo, si no transforma radicalmente su vida, si no trabaja sobre sí mismo, está perdiendo su tiempo miserablemente.
La muerte es el regreso al comienzo
mismo de su vida con la posibilidad de repetirla nuevamente.
Mucho se ha dicho en la literatura
Seudo-Esotérica y Seudo-Ocultista, sobre el tema de las vidas sucesivas, mejor
es que nos ocupemos de las existencias sucesivas.
La vida de cada uno de nos con
todos sus tiempos es siempre la misma repitiéndose de existencia en existencia,
a través de los innumerables siglos.
Incuestionablemente continuamos en
la simiente de nuestros descendientes; esto es algo que ya está demostrado.
La vida de cada uno de nos en
particular, es una película viviente que al morir nos llevamos a la eternidad.
Cada uno de nos se lleva su
película y la vuelve a traer para proyectarla otra vez en la pantalla de una
nueva existencia.
La repetición de dramas, comedias y
tragedias, es un axioma fundamental de la Ley de Recurrencia.
En cada nueva existencia se repiten
siempre las mismas circunstancias. Los actores de tales escenas siempre
repetidas, son esas gentes que viven dentro de nuestro interior, los
"Yoes".
Si desintegramos esos actores, esos
"Yoes" que originan las siempre repetidas escenas de nuestra vida,
entonces la repetición de tales circunstancias se haría algo más que imposible.
Obviamente sin actores no puede
haber escenas; esto es algo irrebatible, irrefutable.
Así es como podemos libertarnos de
las Leyes de Retorno y Recurrencia; así podemos hacernos libres de verdad.
Obviamente cada uno de los
personajes (Yoes), que en nuestro interior llevamos, repite de existencia en
existencia su mismo papel; si lo desintegramos, si el actor muere el papel
concluye.
Reflexionando seriamente sobre la Ley de Recurrencia o
repetición de escenas en cada Retorno, descubrimos por auto-observación intima,
los resortes secretos de esta cuestión.
Si en la pasada existencia a la
edad de veinticinco (25) años, tuvimos una aventura amorosa es Indubitable que
el "Yo" de tal compromiso buscara a la dama de sus ensueños a los
veinticinco (25) años de la nueva existencia.
Si la dama en cuestión entonces
sólo tenía quince (15) años, el "Yo" de tal aventura buscará a su
amado en la nueva existencia a la misma edad justa.
Resulta claro comprender que los
dos "Yoes" tanto el de él como el de ella, se busquen telepáticamente
y se reencuentren nuevamente para repetir la misma aventura amorosa de la
pasada existencia...
Dos enemigos que a muerte pelearon
en la pasada existencia, se buscarán otra vez en la nueva existencia para
repetir su tragedia a la edad correspondiente.
Si dos personas tuvieron un pleito
por bienes raíces a la edad de cuarenta (40) años en la pasada existencia, a la
misma edad se buscaran telepáticamente en la nueva existencia para repetir lo
mismo.
Dentro de cada uno de nosotros
viven muchas gentes llenas de compromisos; eso es irrefutable.
Un ladrón carga en su interior una
cueva de ladrones con diversos compromisos delictuosos. El asesino lleva dentro
de sí mismo un "club" de asesinos y el lujurioso porta en su psiquis
una "Casa de Citas".
Lo grave de todo esto es que el
intelecto ignora la existencia de tales gentes o "Yoes" dentro de sí
mismo y de tales compromisos que fatalmente se van cumpliendo.
Todos estos compromisos de los Yoes
que dentro de nosotros moran, se suceden por debajo de nuestra razón.
Son hechos que ignoramos, cosas que
nos sucedían, acontecimientos que se procesan en el subconsciente e
inconsciente.
Con justa, razón se nos ha dicho
que todo nos sucede, como cuando llueve o como cuando truena.
Realmente tenemos la ilusión de
hacer, empero nada hacemos, nos sucede, esto es fatal, mecánico...
Nuestra personalidad es tan sólo el
instrumento de distintas gentes (Yoes), mediante la cual cada una de esas
gentes (Yoes), cumple sus compromisos.
Por debajo de nuestra capacidad
cognoscitiva suceden muchas cosas, desgraciadamente ignoramos lo que por debajo
de nuestra pobre razón sucede.
Nos creemos sabios cuando en verdad
ni siquiera sabemos que no sabemos. Somos míseros leños, arrastrados por las
embravecidas olas del mar de la existencia.
Salir de esta desgracia, de esta
inconsciencia, del estado tan lamentable en que nos encontramos, sólo es
posible muriendo en sí mismos...
¿Cómo podríamos despertar sin morir
previamente?. ¡Sólo con la muerte adviene lo nuevo! Si el germen no muere la
planta no nace.
Quien despierta de verdad adquiere
por tal motivo plena objetividad de su conciencia, iluminación auténtica,
felicidad...
Samael Aun Weor
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