sábado, 30 de noviembre de 2013

TRABAJO CRÍSTICO


 El Cristo íntimo surge interiormente en el trabajo relacionado con la disolución del Yo Psicológico.


Obviamente El Cristo interior solo adviene en el momento cumbre de nuestros esfuerzos intencionales y padecimientos voluntarios.

El advenimiento del fuego Crístico es el evento más importante de nuestra propia vida.

El Cristo intimo se hace entonces cargo de todos nuestros procesos mentales, emocionales, motores, instintivos y sexuales.

Incuestionablemente El Cristo íntimo es nuestro salvador interior profundo.

Él siendo perfecto al meterse en nosotros parecería como imperfecto; siendo casto parecería como sino lo fuese, siendo justo parecería como sino lo fuese.

Esto es semejante a los distintos reflejos de la luz. Si usa anteojos azules todo nos parecerá azul y si los usamos de color rojo veremos todas las cosas de este color.

Él aunque sea blanco, visto desde afuera cada cual le verá a través del cristal psicológico con que se le mira; por eso es que las gentes viéndole, no le ven.

Al hacerse cargo de todos nuestros procesos psicológicos, el Señor de perfección sufre lo indecible.

Convertido en hombre entre los hombres, ha de pasar por muchas pruebas y soportar tentaciones indecibles.

La tentación es fuego, el triunfo sobre la tentación es Luz.

El iniciado debe aprender a vivir peligrosamente; así esta escrito; esto lo saben los Alquimistas.

El iniciado debe recorrer con firmeza la Senda del Filo de la navaja; a uno y otro lado del difícil camino existen abismos espantosos.

En la difícil senda de la disolución del Ego existen complejos caminos que tienen su raíz precisamente en el camino real.

Obviamente de la senda del Filo de la Navaja se desprenden múltiples sendas que no conducen a ninguna parte; algunas de ellas nos llevan al abismo y a la desesperación.

Existen sendas que podrían convertimos en majestades de tales o cuales zonas del universo, pero que de ningún modo nos traerían de regreso al seno del Eterno Padre Cósmico Común.

Existen sendas fascinantes, de santísima apariencia, inefables, desafortunadamente solo pueden conducimos a la involución sumergida de los mundos infiernos.

En el trabajo de la disolución del Yo necesitamos entregarnos por completo al Cristo Interior.

A veces aparecen problemas de difícil solución; de pronto; el camino se pierde en laberintos inexplicables y no se sabe por donde continua; solo la obediencia absoluta al Cristo Interior y al Padre que está en secreto puede en tales casos orientarnos sabiamente.

La Senda del Filo de la Navaja está llena de peligros por dentro y por fuera.

La moral convencional de nada sirve; la moral es esclava de las costumbres; de la época; del lugar.

Lo que fue moral en épocas pasadas ahora resulta inmoral; lo que fue moral en la edad media por estos tiempos modernos puede resultar inmoral. Lo que en un país es moral en otro país es inmoral, etc.

En el trabajo de la disolución del Ego sucede que a veces cuando pensamos que vamos muy bien, resulta que vamos muy mal.

Los cambios son indispensables durante el avance esotérico, más las gentes reaccionarias permanecen embotelladas en el pasado; se petrifican en el tiempo y truenan y relampaguean contra nosotros a medida que realizamos avances psicológicos de fondo y cambios radicales.

La gente no resiste los cambios del iniciado; quieren que éste continúe petrificado en múltiples ayeres.

Cualquier cambio que el iniciado realizare es clasificado de inmediato como inmoral.

Mirando las cosas desde este ángulo a la luz del trabajo Crístico, podemos evidenciar claramente la ineficacia de los diversos códigos de moral que en el mundo se han escrito.

Incuestionablemente El Cristo manifiesto y, sin embargo, oculto en el corazón del hombre real; al hacerse cargo de nuestros diversos estados psicológicos, siendo desconocido para las gentes es de hecho calificado como cruel, inmoral y perverso.

Resulta paradójico que las gentes adoren al Cristo y, sin embargo, le acomoden tan horripilantes calificativos.

Obviamente las gentes inconscientes y dormidas solo quieren un Cristo histórico, antropomórfico, de estatuas y dogmas inquebrantables, al cual puedan acomodar fácilmente todos sus códigos de moral torpe y rancia y todos sus prejuicios y condiciones.

Las gentes no pueden concebir jamás al Cristo Intimo en el corazón del hombre; las multitudes solo adoran al cristo estatua y eso es todo.

Cuando uno habla a las multitudes, cuando uno les declara el crudo realismo del Cristo revolucionario; del Cristo rojo, del Cristo rebelde, de inmediato recibe calificativos como los siguientes: blasfemo, hereje, malvado, profanador, sacrílego, etc.

Así son las multitudes, siempre inconscientes; siempre dormidas. Ahora comprenderemos porqué el Cristo crucificado en el Gólgota exclama con todas las fuerzas de su alma: ¡Padre mío perdónalos porque no saben lo que hacen!

El Cristo en sí mismo siendo uno, aparece como muchos; por eso se ha dicho que es unidad múltiple perfecta. Al que sabe, la palabra da poder; nadie la pronunció, nadie la pronunciará, sino solamente aquel que LO TIENE ENCARNADO.

Encarnarlo es lo fundamental en el trabajo avanzado del Yo pluralizado.

El señor de perfección trabaja en nosotros a medida que nos esforzamos conscientemente en el trabajo sobre sí mismos.

Resulta espantosamente doloroso el trabajo que el Cristo Intimo tiene que realizar dentro de nuestra propia psiquis.

En verdad que nuestro Maestro interior debe vivir todo su vía crucis en el fondo mismo de nuestra propia alma.

Escrito está: "A Dios rogando y con el mazo dando". También está escrito: "Ayúdate que yo te ayudaré".


Suplicar a la divina Madre Kundalini es fundamental cuando se trata de disolver agregados psíquicos indeseables, empero el Cristo Intimo en los trasfondos más profundos del mí mismo, opera sabiamente de acuerdo con las propias responsabilidades que él hecha sobre sus hombros.

Samael Aun Weor

viernes, 29 de noviembre de 2013

EL CRISTO INTIMO


Cristo es el Fuego del Fuego, la Llama de la Llama, la Signatura Astral del Fuego.

Sobre la Cruz del Mártir del Calvario está definido el Misterio del Cristo con una sola palabra que consta de cuatro letras: INRI. Ignis Natura Renovatur Integram. -El Fuego Renueva Incesantemente la Naturaleza—.

El Advenimiento del Cristo en el corazón del hombre, nos transforma radicalmente.

Cristo es el LOGOS SOLAR, Unidad Múltiple perfecta. Cristo es la vida que palpita en el universo entero, es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será.

Mucho se ha dicho sobre el Drama Cósmico; incuestionablemente este Drama está formado por los cuatro evangelios.

Se nos ha dicho que el Drama Cósmico fue traído por los Elohim a la tierra; el Gran Señor de la Atlántida representó este drama en Carne y Hueso.

El Gran KABIR JESÚS también hubo de representar el mismo Drama Públicamente en la Tierra Santa.

Aunque Cristo nazca mil veces en Belem, de nada sirve si no nace en nuestro corazón también.

Aunque hubiese Muerto y resucitado al tercer día de entre los muertos, de nada sirve eso si no muere y resucita en nosotros también.

Tratar de descubrir la naturaleza y la esencia del fuego es tratar de descubrir a Dios, cuya presencia real siempre se ha revelado bajo la apariencia ígnea.

La zarza ardiente (Éxodo, III, 2) y el incendio del Sinaí a raíz del otorgamiento del Decálogo (Éxodo, XIX, 18): son dos manifestaciones por las que Dios apareció a Moisés.

Bajo la figura de un ser de Jaspe y Sardónico de color de llama, sentado en un Trono incandescente y fulgurante, San Juan describe al dueño del Universo. (Apocalipsis, IV, 3,5). "Nuestro Dios es un Fuego Devorador", escribe San Pablo en su Epístola a los Hebreos.

El Cristo íntimo, el Fuego Celestial, debe nacer en nosotros y nace en realidad cuando hemos avanzado bastante en el trabajo Psicológico.

El Cristo íntimo debe eliminar de nuestra Naturaleza Psicológica, las mismas causas de error; los YOES CAUSAS.

No sería posible la disolución de las causas del EGO en tanto el Cristo Intimo no haya nacido en nosotros.

El fuego viviente y Filosofal, el Cristo íntimo, es el Fuego del Fuego, lo puro de lo puro.

El Fuego nos envuelve y nos baña por todas partes, viene a nosotros por el aire, por el agua y por la misma tierra que son conservadores y sus diversos vehículos.

El Fuego Celestial debe cristalizar en nosotros, es el Cristo intimo, nuestro Salvador interior profundo.


El Señor Intimo debe hacerse cargo de toda nuestra Psiquis de los Cinco Cilindros de la máquina Orgánica; de todos nuestros procesos Mentales, Emocionales, Motores, Instintivos Sexuales.

Samael Aun Weor

RETORNO Y RECURRENCIA


Un hombre es lo que su vida: si un hombre no trabaja su propia vida, está perdiendo el tiempo miserablemente.

Solo eliminando los elementos indeseables que en nuestro interior cargamos, podemos hacer de nuestra vida una obra maestra.

La muerte es el regreso al principio de la vida, con la posibilidad de repetirla nuevamente en el escenario de una nueva existencia.

Las diversas escuelas de tipo pseudo-esoterista y pseudo-ocultista sostienen la teoría eterna de las vidas sucesivas, tal concepto está equivocado.

La vida es una película; concluida la proyección, enrollamos la cinta en su carrete y nos la llevamos para la eternidad.

El reingreso existe, el retorno existe; al volver a este mundo proyectamos sobre el tapete de la existencia la misma película, la misma vida.

Podemos sentar la tesis de existencias sucesivas; más no de vidas sucesivas porque la película es la misma.

El ser humano tiene un tres por ciento de esencia libre y un noventa y siete por ciento de esencia embotellada entre los yoes.

Al retornar el tres por ciento de esencia libre impregna totalmente al huevo fecundado; incuestionablemente continuamos en la semilla de nuestros descendientes.

Personalidad es diferente; no existe ningún mañana para la personalidad del muerto; esta última se va disolviendo lentamente en el panteón o cementerio.

En el recién nacido solo se haya reincorporado el pequeño porcentaje de esencia libre; esto da a la criatura auto-conciencia y belleza interior.

Los diversos yoes que retornan dan vueltas alrededor del recién nacido, van y vienen libremente por doquiera, quisieran meterse dentro de la maquina orgánica más esto no es posible en tanto no se haya creado una nueva personalidad.

Conviene saber que la personalidad es energética y que se forma con la experiencia a través del tiempo.

Escrito está que la personalidad ha de crearse durante los primeros siete años de la infancia y que posteriormente se robustece y fortifica con práctica.

Los yoes empiezan a intervenir dentro de la máquina orgánica poco a poco a medida que la nueva personalidad se va creando.

La muerte es una resta de quebrados, terminada la operación matemática lo único que continúa son los valores (esto es los yoes buenos y malos, útiles e inútiles, positivos y negativos).

Los valores en la luz astral se atraen y repelen entre sí de acuerdo con las leyes de la imantación universal.

Nosotros somos puntos matemáticos en el espacio que servimos de vehículos a determinadas sumas de valores.

Dentro de la humana personalidad de cada uno de nosotros existen siempre estos valores que sirven de basamento a la ley de Recurrencia.

Todo vuelve a ocurrir tal como sucedió mas el resultado o consecuencia de nuestras acciones precedentes.

Como quiera que dentro de cada uno de nosotros existen muchos yoes de vidas precedentes, podemos afirmar en forma enfática que cada uno de aquellos es una persona distinta.

Esto nos invita a comprender que dentro de cada uno de nosotros viven muchísimas personas con distintos compromisos.

Dentro de la personalidad de un ladrón existe una verdadera cueva de ladrones; dentro de la personalidad de un homicida existe todo un club de asesinos; dentro de la personalidad de un lujurioso existe una casa de citas; dentro de la personalidad de cualquier prostituta existe todo un prostíbulo.

Cada una de esas personas que dentro de nuestra propia personalidad cargamos, tiene sus problemas y sus compromisos.

Gente viviendo dentro de la gente, personas viviendo dentro las personas; esto es irrefutable, irrebatible.

Lo grave de todo esto es que cada una de esas personas o yoes que dentro de nosotros vive, viene de antiguas existencias y tiene determinados compromisos.

El yo que en la pasada existencia tuvo una aventura amorosa a la edad de los treinta años, en la nueva existencia aguardará tal edad para manifestarse y llegado el momento buscará a la persona de sus ensueños, se pondrá en contacto telepático con la misma y al fin vendrá el reencuentro y la repetición de la escena.

El yo que a la edad de cuarenta años tuvo un pleito por bienes materiales, en la nueva existencia aguardará tal edad para repetir la misma comidilla.

El yo que a la edad de veinticinco años se peleó con otro hombre en la cantina o en el bar, aguardara en la nueva existencia la nueva edad de veinticinco años para buscar a su adversario y repetir la tragedia.

Se buscan entre sí los yoes de uno y otro sujeto mediante ondas telepáticas y luego se reencuentran para repetir mecánicamente lo mismo.

Esta es realmente la mecánica de la Ley de Recurrencia, esta es la tragedia de la vida.

A través de millares de años los diversos personajes se reencuentran para revivir los mismos dramas, comedias y tragedias.

La humana persona no es más qué una máquina al servicio de estos yoes con tantos compromisos.

Lo peor de toda esta cuestión es que todos estos compromisos de la gente que llevamos en nuestro interior se cumplen sin que nuestro entendimiento tenga previamente alguna información.

Nuestra personalidad humana en este sentido parece un carro arrastrado por múltiples caballos.

Hay vidas de exactísima repetición, recurrentes existencias que nunca se modifican.

En modo alguno podrían repetirse las comedias, dramas y tragedias de la vida sobre la pantalla de la existencia, sino existiesen actores.

Los actores de todas estas escenas son los yoes que en nuestro interior cargamos y que vienen de antiguas existencias.

Si nosotros desintegramos a los yoes de la ira, las escenas trágicas de la violencia concluyen inevitablemente.

Si nosotros reducimos a polvareda cósmica a los agentes secretos de la codicia, los problemas de la misma finalizarán totalmente.

Si nosotros aniquilamos a los yoes de la lujuria, las escenas del prostíbulo y de la morbosidad finalizan.

Si nosotros reducimos a cenizas a los personajes secretos de la envidia, los eventos de la misma concluirán radicalmente.

Si nosotros matamos a los yoes del orgullo, de la vanidad, del engreimiento, de la auto-importancia, las escenas ridículas de estos defectos finalizarán por falta de actores.

Si nosotros eliminamos de nuestra psiquis los factores de la pereza, de la inercia y de la flojera, las horripilantes escenas de esta clase de defectos no podrán repetirse por falta de actores.

Si nosotros pulverizamos los yoes asqueantes de la gula, de la glotonería, finalizarán los banquetes, las borracheras, etc. por falta de actores.

Como quiera que estos múltiples yoes se procesan lamentablemente en los distintos niveles del ser, se hace necesario conocer sus causas, su origen y los procedimientos Crísticos que finalmente habrán de conducirnos a la muerte del mí mismo y a la liberación final.


Estudiar al Cristo íntimo, estudiar el esoterismo Crístico es básico cuando se trata de provocar en nosotros un cambio radical y definitivo; esto es lo que estudiaremos en próximos capítulos.

Samael Aun Weor

jueves, 28 de noviembre de 2013

EL QUERIDO EGO

Como quiera que superior e inferior son dos secciones de una misma cosa, no está de más sentar el siguiente corolario: "YO SUPERIOR, YO INFERIOR" son dos aspectos del mismo EGO tenebroso y pluralizado.

El denominado "YO DIVINO" o "YO SUPERIOR", "ALTER EGO" o algo por el estilo, es ciertamente una triquiñuela del "MÍ MISMO", una forma de AUTO-ENGAÑO.

Cuando el YO quiere continuar aquí y en el mas allá, se Auto-Engaña con el falso concepto de un YO Divino Inmortal...

Ninguno de nosotros tiene un "Yo" verdadero, permanente, inmutable, eterno, inefable, etc., etc., etc.

Ninguno de nosotros tiene en verdad una verdadera y auténtica Unidad de Ser; desafortunadamente ni siquiera poseemos una legítima individualidad.

El Ego aunque continúa más allá del sepulcro, tiene sin embargo un principio y un fin.

El Ego, el YO, nunca es algo individual, unitario, unitotal. Obviamente el YO es "YOES".

En el Tibet Oriental a los "YOES" se les denominan "AGREGADOS PSÍQUICOS" o simplemente "Valores" sean estos últimos positivos o negativos.

Si pensamos en cada "Yo" como una persona diferente, podemos aseverar en forma enfática lo siguiente: "Dentro de cada persona que vive en el mundo, existen muchas personas".

Incuestionablemente dentro de cada uno de nosotros viven muchísimas personas diferentes, algunas mejores, otras peores...

Cada uno de estos Yoes, cada una de estas personas lucha por la supremacía, quiere ser exclusiva, controla el cerebro intelectual o los centros emocional y motor cada vez que puede, mientras otro lo desplaza...

La Doctrina de los muchos Yoes fue enseñada en el Tibet Oriental por los verdaderos Clarividentes, por los auténticos Iluminados...

Cada uno de nuestros defectos psicológicos está personificado en tal o cual Yo. Como quiera que tenemos millares y hasta millones de defectos, ostensiblemente vive mucha gente en nuestro interior.

En cuestiones psicológicas hemos podido evidenciar claramente que los sujetos paranoicos, ególatras y mitómanos por nada de la vida abandonarían el culto al querido Ego.

Incuestionablemente tales gentes odian mortalmente la doctrina de los muchos "Yoes".

Cuando uno de verdad quiere conocerse a sí mismo, debe auto-observarse y tratar de conocer los diferentes "Yoes" que están metidos dentro de la personalidad.

Si alguno de nuestros lectores no comprende todavía esta doctrina de los muchos "Yoes", se debe exclusivamente a la falta de práctica en materia de Auto-Observación.

A medida que uno practica la Auto-Observación Interior, va descubriendo por si mismo a muchas gentes, a muchos "Yoes", que viven dentro de nuestra propia personalidad.

Quienes niegan la doctrina de los muchos Yoes, quienes adoran a un YO Divino, indubitablemente jamás se han Auto-Observado seriamente. Hablando esta vez en estilo Socrático diremos que esas gentes no sólo ignoran sino además ignoran que ignoran.

Ciertamente jamás podríamos conocernos a sí mismos, sin la auto-observación seria y profunda.


En tanto un sujeto cualquiera siga considerándose cono Uno, es claro que cualquier cambio interior será algo mas que imposible.


Samael Aun Weor

LOS DIFERENTES YOES

El Mamífero Racional equivocadamente llamado hombre, realmente no posee una individualidad definida.

Incuestionablemente esta falta de unidad Psicológica en el Humanoide, es la causa de tantas dificultades y amarguras.

El cuerpo físico es una unidad completa y trabaja como un todo orgánico, a menos de estar enfermo.

Empero, la vida interior del Humanoide en modo alguno es una unidad psicológica.

Lo más grave de todo esto, a despecho de lo que digan las diversas escuelas de tipo Seudo-Esotérico y Seudo-Ocultista, es la ausencia de organización Psicológica en el fondo íntimo de cada sujeto.

Ciertamente en tales condiciones, no existe trabajo armonioso como un todo, en la vida interior de las personas.

El Humanoide, respecto de su estado interior, es una multiplicidad psicológica, una suma de "Yoes".

Los ignorantes ilustrados de esta época tenebrosa, le rinden culto al "YO", lo endiosan, lo ponen en los altares, lo llaman "ALTER EGO", "YO SUPERIOR", "YO DIVINO", etc., etc., etc.

No quieren darse cuenta los "Sabihondos" de esta edad negra en que vivimos, que "Yo Superior" o "Yo Inferior", son dos secciones del mismo Ego pluralizado...

El Humanoide no tiene ciertamente un "YO Permanente" sino una multitud de diferentes "Yoes" Infrahumanos y absurdos.



El pobre animal intelectual equivocadamente llamado hombre, es semejante a una casa en desorden donde en vez de un amo, existen muchos criados que quieren siempre mandar y hacer lo que les viene en gana...

El mayor error del Seudo-Esoterismo y Seudo-Ocultismo barato, es suponer que los otros poseen o que se tiene un "YO Permanente e Inmutable" sin principio y sin fin...

Si esos que así piensan despertaran conciencia aunque fuese por un instante, podrían evidenciar claramente por sí mismos, que el Humanoide racional nunca es el mismo por mucho tiempo...

El mamífero intelectual desde el punto de vista psicológico, esta cambiando continuamente...

Pensar que si una persona se llama Luis es siempre Luis, resulta algo así como una broma de muy mal gusto...

Ese sujeto a quien se llama Luis tiene en sí mismo otros "Yoes", otros egos, que se expresan a través de su personalidad en diferentes momentos y aunque Luis no guste de la codicia, otro "Yo" en él —llamémosle Pepe— gusta de la codicia y así sucesivamente...

Ninguna persona es la misma en forma continua, realmente no se necesita ser muy sabio como para darse cuenta cabal de los innumerables cambios y contradicciones de cada sujeto...

Suponer que alguien posee un "Yo Permanente e Inmutable" equivale desde luego a un abuso para con el prójimo y para consigo mismo...


Dentro de cada persona viven muchas personas, muchos "Yoes", esto lo puede verificar por sí mismo y en forma directa, cualquier persona despierta, consciente...

Samael Aun Weor

martes, 26 de noviembre de 2013

MEDITACIÓN


En la vida lo único importante es el cambio radical, total y definitivo; lo demás francamente no tiene la menor importancia.

La meditación resulta fundamental cuando sinceramente queremos nosotros tal cambio.

En modo alguno deseamos la meditación intrascendente, superficial y vana.

Necesitamos volvernos serios y dejar a un lado tantas tonterías que abundan por allí en el seudo-esoterismo y seudo-ocultismo barato.

Hay que saber ser serios, hay que saber cambiar si es que en realidad de verdad no queremos fracasar en el trabajo esotérico.

Quien no sabe meditar, el superficial, el intonso, jamás podrá disolver el Ego; será siempre un leño impotente entre el furioso mar de la vida.

Defecto descubierto en el terreno de la vida práctica, debe ser comprendido profundamente a través de la técnica de la meditación.

El material didáctico para la meditación se encuentra precisamente en los distintos eventos o circunstancias diarias de la vida práctica, esto es incontrovertible.

Las gentes siempre protestan contra los eventos desagradables, nunca saben ver la utilidad de tales eventos.

Nosotros en vez de protestar contra las circunstancias desagradables, debemos extraer de las mismas, mediante la meditación, los elementos útiles para nuestro crecimiento anímico.

La meditación de fondo sobre tal o cual circunstancia agradable o desagradable, nos permite sentir en sí mismos el sabor, el resultado.

Es necesario hacer una plena diferenciación psicológica entre lo que es el sabor trabajo y el sabor vida.

En todo caso, para sentir en sí mismos el sabor trabajo, se requiere inversión total de la actitud con que normalmente se toman las circunstancias de la existencia.

Nadie podría gustar del sabor trabajo en tanto cometiera el error de identificarse con los diversos eventos.

Ciertamente la identificación impide la debida apreciación psicológica de los eventos.

Cuando uno se identifica con tal o cual acontecimiento, en modo alguno logra extraer del mismo los elementos útiles para el auto-descubrimiento y crecimiento interior de la conciencia.

El trabajador Esoterista que regresa a la identificación después de haber perdido la guardia, vuelve a sentir el sabor vida en vez del sabor trabajo.

Esto indica que la actitud psicológica invertida antes, ha vuelto a su estado de identificación.

Cualquier circunstancia desagradable debe ser reconstruida por medio de la imaginación consciente a través de la técnica de la meditación.

La reconstrucción de cualquier escena nos permite verificar por sí mismos y en forma directa la intervención de varios yoes participantes en la misma.

Ejemplos: Una escena de celos amorosos; en ella intervienen yoes de ira, celos y hasta odio.

Comprender cada uno de estos yoes, cada uno de estos factores, implica de hecho profunda reflexión, concentración, meditación.

La marcada tendencia a culpar a otros es óbice, obstáculo para la comprensión de nuestros propios errores.

Desgraciadamente resulta tarea muy difícil destruir en nosotros la tendencia a culpar a otros.

En nombre de la verdad hemos de decir que nosotros somos los únicos culpables de las diversas circunstancias desagradables de la vida.

Los distintos eventos agradables o desagradables existen con nosotros o sin nosotros y se repiten mecánicamente en forma continua.

Partiendo de este principio, ningún problema puede tener una solución final.

Los problemas son de la vida y si hubiese una solución final la vida no sería vida sino muerte.

Entonces puede haber modificación de las circunstancias y de los problemas, mas nunca dejarán de repetirse y jamás tendrán una solución final.

La vida es una rueda que gira mecánicamente con todas las circunstancias agradables y desagradables, siempre recurrente.

No podemos detener la rueda, las circunstancias buenas o malas se procesan siempre mecánicamente, únicamente podemos cambiar nuestra actitud ante los eventos de la vida.

Conforme nosotros aprendamos a extraer el material para la meditación de entre las mismas circunstancias de la existencia, nos iremos auto-descubriendo.

En cualquier circunstancia agradable o desagradable existen diversos yoes que deben ser comprendidos íntegramente con la técnica de la meditación.

Esto significa que cualquier grupo de yoes interviniendo en tal o cual drama, comedia o tragedia de la vida práctica, después de haber sido comprendido integralmente deberá ser eliminado mediante el poder de la Divina Madre Kundalini.

A medida que hagamos uso del sentido de la observación psicológica, este último se irá también desarrollando maravillosamente. Entonces podremos percibir interiormente no solamente a los yoes antes de haber sido trabajados, sino también durante todo el trabajo.

Cuando estos yoes son decapitados y desintegrados, sentimos un gran alivio, una gran dicha.


Samael Aun Weor


INQUIETUDES


No hay duda que entre el pensar y el sentir existe una gran diferencia, esto es incontrovertible.

Existe una gran frialdad entre las gentes, es el frío de lo que no tiene importancia, de lo superficial.

Creen las multitudes que importante es lo que no es importante, suponen que la última moda, o el coche último modelo, o la cuestión esta del salario fundamental es lo único serio.

Llaman serio la crónica del día, la aventura amorosa, la vida sedentaria, la copa de licor, la carrera de caballos, la carrera de automóviles, la corrida de toros, el chismorreo, la calumnia, etc.

Obviamente, cuando el hombre del día o la mujer del salón de belleza escuchan algo sobre esoterismo, como quiera que esto no está en sus planes, ni en sus tertulias, ni en sus placeres sexuales, responden con un no sé qué de frialdad espantosa, o sencillamente retuercen la boca, levantan los hombros, y se retiran con indiferencia.

Esa apatía psicológica, esa frialdad que espanta, tiene dos basamentos; primero la ignorancia más tremenda, segundo la ausencia más absoluta de inquietudes espirituales.

Falta un contacto, un choque eléctrico, nadie lo dio en la tienda, tampoco entre lo que se creía serio, ni mucho menos en los placeres de la cama.

Si alguien fuera capaz de darle al frío imbécil o a la superficial mujercita el toque eléctrico del momento, el chispazo del corazón, alguna reminiscencia extraña, un no sé qué demasiado íntimo, tal vez entonces todo sería distinto.

Mas algo desplaza a la vocecilla secreta, a la primera corazonada, al anhelo íntimo; posiblemente una tontería, el hermoso sombrero de alguna vitrina o aparador, el dulce exquisito de un restaurante, el encuentro de un amigo que más tarde no tiene para nosotros ninguna importancia, etc.

Tonterías, necedades que no siendo transcendentales, sí tienen fuerza en un instante dado como para apagar la primera inquietud espiritual, el íntimo anhelo, la insignificante chispa de luz, la corazonada que sin saber por qué nos inquietó por un momento.

Si esos que hoy son cadáveres vivientes, fríos noctámbulos del club o sencillamente vendedores de paraguas en el almacén de la calle real, no hubieran sofocado la primera inquietud íntima, serían en este momento luminarias del espíritu, adeptos de la luz, hombres auténticos en el sentido más completo de la palabra.

El chispazo, la corazonada, un suspiro misterioso, un no sé qué, fue sentido alguna vez por el carnicero de la esquina, por el engrasador de calzado o por el doctor de primera magnitud, mas todo fue en vano, las necedades de la personalidad siempre apagan el primer chispazo de la luz; después prosigue el frío de la más espantosa indiferencia.

Incuestionablemente a las gentes se las traga la luna tarde o temprano; esta verdad resulta incontrovertible.

No hay nadie que en la vida no haya sentido alguna vez una corazonada, una extraña inquietud, desgraciadamente cualquier cosa de la personalidad, por tonta que esta sea, es suficiente como para reducir a polvareda cósmica eso que en el silencio de la noche nos conmovió por un momento.

La luna gana siempre estas batallas, ella se alimenta, se nutre precisamente con nuestras propias debilidades.

La luna es terriblemente mecanicista; el humanoide lunar, desprovisto por completo de toda inquietud solar, es incoherente y se mueve en el mundo de sus sueños.

Si alguien hiciera lo que nadie hace, esto es, avivar la íntima inquietud surgida tal vez en el misterio de alguna noche, no hay duda de que a la larga se asimilaría la inteligencia solar y se convertiría por tal motivo en hombre solar.

Eso es, precisamente, lo que el Sol quiere, pero a estas sombras lunares tan frías, apáticas e indiferentes, siempre se las traga la Luna; después viene la igualación de la muerte.

La muerte iguala todo. Cualquier cadáver viviente desprovisto de inquietudes solares, degenera terriblemente en forma progresiva hasta que la Luna lo devora.

El Sol quiere crear hombres, está haciendo ese ensayo en el laboratorio de la naturaleza; desgraciadamente, tal experimento no le ha dado muy buenos resultados, la Luna se traga la gente.

Sin embargo, esto que estamos diciendo no le interesa a nadie, mucho menos a los ignorantes ilustrados; ellos se sienten la mamá de los pollitos o el papá de Tarzán.

El Sol ha depositado dentro de las glándulas sexuales del animal intelectual equivocadamente llamado hombre, ciertos gérmenes solares que convenientemente desarrollados podrían transformarnos en hombres auténticos.

Empero el experimento solar resulta espantosamente difícil debido precisamente al frío lunar.

Las gentes no quieren cooperar con el Sol y por tal motivo a la larga los gérmenes solares involucionan, degeneran y se pierden lamentablemente.

La clavícula maestra de la obra del Sol está en la disolución de los elementos indeseables que llevamos dentro.

Cuando una raza humana pierde todo interés por las ideas solares, el Sol la destruye porque no le sirve ya para su experimento.

Como quiera que esta raza actual se ha vuelto insoportablemente lunar, terriblemente superficial y mecanicista, ya no sirve para el experimento solar, motivo más que suficiente por el cual será destruida.

Para que haya inquietud espiritual continua se requiere pasar el centro magnético de gravedad a la esencia, a la conciencia.

Desafortunadamente las gentes tienen el centro magnético de gravedad en la personalidad, en el café, en la cantina, en los negocios del banco, en la casa de citas o en la plaza de mercado, etc.

Obviamente, todas éstas son las cosas de la personalidad y el centro magnético de la misma atrae a todas estas cosas; esto es incontrovertible y cualquier persona que tenga sentido común puede verificarlo por sí misma y en forma directa.

Desgraciadamente, al leer todo esto, los bribones del intelecto, acostumbrados a discutir demasiado o a callar con un orgullo insoportable, prefieren tirar el libro con desdén y leer el periódico.

Unos cuantos sorbos de buen café y la crónica del día resultan magnífico alimento para los mamíferos racionales.


Sin embargo, ellos se sienten muy serios; indubitablemente sus propias sabihondeces los tienen alucinados, y estas cosas de tipo solar escritas en este libro insolente les molestan demasiado. No hay duda de que los ojos bohemios de los homúnculos de la razón no se atreverían a continuar con el estudio de esta obra.

Samael Aun Weor