A medida que uno trabaja sobre sí mismo va comprendiendo cada vez más y más, la necesidad de eliminar radicalmente de su naturaleza interior, todo eso que nos hace tan abominables.
Las peores circunstancias de la
vida las situaciones más críticas, los hechos mas difíciles, resultan siempre
maravillosos para el auto-descubrimiento intimo.
En esos momentos insospechados,
críticos, afloran siempre y cuando menos lo pensemos, los Yoes mas secretos; si
estamos alertas incuestionablemente nos descubrimos.
Las épocas más tranquilas de la
vida, son precisamente las menos favorables para el trabajo sobre sí mismo.
Existen momentos de la vida
demasiado complicados en que uno tiene marcada tendencia a identificarse
fácilmente con los sucesos y a olvidarse completamente de sí mismos; en esos
instantes hace uno tonterías que a nada conducen; si se estuviese alerta, si en
esos mismos momentos en vez de perder la cabeza, se acordase de sí mismo,
descubriría con asombro ciertos Yoes de los cuales jamás tuvo ni la más mínima
sospecha de su posible existencia.
El sentido de la auto-observación
intima, se encuentra atrofiado en todo ser humano; trabajando seriamente,
auto-observándose de momento en momento; tal sentido se desarrollará en forma
progresiva.
A medida que el sentido de
auto-observación prosiga su desarrollo mediante el uso continuo, nos iremos
haciendo cada vez mas capaces de percibir en forma directa aquellos Yoes sobre
los cuales jamás tuvimos dato alguno relacionado con su existencia.
Ante el sentido de auto-observación
intima cada uno de los Yoes que en nuestro interior habitan, asumen realmente
esta o aquella figura secretamente afín con el defecto personificado por la
misma. Indubitablemente la imagen de cada uno de estos Yoes tiene cierto sabor
psicológico inconfundible mediante el cual aprehendemos, capturamos, atrapamos instintivamente
su naturaleza íntima, y el defecto que le caracteriza.
En principio el esoterista no sabe
por donde empezar, ante la necesidad de trabajar sobre sí mismo pero se halla
completamente desorientado.
Aprovechando los momentos críticos,
las situaciones mas desagradables, los instantes mas adversos, si estamos
alertas descubriremos nuestros defectos sobresalientes, los Yoes que debemos
desintegrar urgentemente.
A veces puede empezarse por la ira
o por el amor propio, o por el desdichado segundo de lujuria, etc., etc., etc.
Es necesario tomar nota sobre todo
en nuestros estados psicológicos diarios, si es que de verdad queremos un
cambio definitivo.
Antes de acostarnos conviene que
examinemos los hechos ocurridos en el día, las situaciones embarazosas, la
carcajada estruendosa de Aristófanes y la sonrisa sutil de Sócrates.
Puede que hayamos herido a alguien
con una carcajada, puede que hayamos enfermado a alguien con una sonrisa o con
una mirada fuera de lugar.
Recordemos que en esoterismo puro,
bueno es todo lo que está en su lugar, malo es todo lo que está fuera de lugar.
El agua en su lugar es buena pero
si ésta inundare la casa estaría fuera, de lugar, causaría daños, seria mala y
perjudicial.
El fuego en la cocina y dentro de
su lugar, además de ser útil es bueno; fuera de su lugar quemando los muebles
de la sala, seria malo y perjudicial.
Cualquier virtud por santa que sea,
en su lugar es buena, fuera de lugar es mala y perjudicial. Con las virtudes
podemos dañar a otros. Es indispensable colocar las virtudes en su lugar
correspondiente.
¿Qué diríais de un sacerdote que
estuviese predicando la palabra del Señor dentro de un prostíbulo?. ¿Qué
diríais de un varón manso y tolerante que estuviese bendiciendo a una cuadrilla
de asaltantes que intentasen violarle la mujer y las hijas?. ¿Qué diríais de
esa clase de tolerancia llevada al exceso?. ¿Qué pensaríais sobre la actitud
caritativa de un hombre que en vez de llevar comida a casa, repartiese el
dinero entre mendicantes del vicio?. ¿Qué opinaríais sobre el hombre servicial
que en un instante dado prestase un puñal a un asesino?.
Recordad querido lector que entre
las cadencias del verso también se esconde el delito. Hay mucha virtud en los
malvados y hay mucha maldad en los virtuosos.
Aunque parezca increíble dentro del
mismo perfume de la plegaria también se esconde el delito.
El delito se disfraza de santo, usa
las mejores virtudes, se presenta como mártir y hasta oficia en los templos
sagrados.
A medida que el sentido de la
auto-observación intima se desarrolla en nosotros mediante el uso continuo,
podremos ir viendo todos esos Yoes que sirven de fundamento básico a nuestro
temperamento individual, ya sea este último, sanguíneo o nervioso, flemático o
bilioso.
Aunque usted no lo crea, querido
lector, detrás del temperamento que poseemos se esconde entre las mas remotas
profundidades de nuestra psiquis, las creaciones diabólicas mas execrables.
Ver tales creaciones, observar esas
monstruosidades del infierno dentro de las cuales se halla embotellada nuestra
mismísima conciencia, se hace posible con el desarrollo siempre progresivo del
sentido de auto-observación intima.
En tanto un hombre no haya disuelto
estas creaciones del infierno, estas aberraciones de sí mismo, Indubitablemente
en lo más hondo, en lo más profundo, continuará siendo algo que no debiera
existir, una deformidad, una abominación.
Lo más grave de todo esto es que el
abominable no se da cuenta de su propia abominación, se cree bello, justo,
buena persona, y hasta se queja de la incomprensión de los demás, lamenta la
ingratitud de sus semejantes, dice que no le entienden, llora afirmando que le
deben, que le han pagado con moneda negra, etc., etc., etc.
El sentido de la auto-observación
íntima nos permite verificar por si mismos y en forma directa el trabajo
secreto mediante el cual en tiempo dado estamos disolviendo tal o cual Yo (tal
o cual defecto psicológico), posiblemente descubierto en condiciones difíciles
y cuando menos lo sospechábamos.
¿Habéis pensado tú alguna vez en la
vida sobre lo que más os agrada o desagrada?. ¿Tú, habéis reflexionado sobre
los resortes secretos de la acción?. ¿Por qué queréis tener una bella casa?.
¿Por qué deseáis tener un coche último modelo?. ¿Por qué queréis estar siempre
a la última moda?. ¿Por qué codiciáis no ser codicioso?. ¿Qué es lo que más te
ofendió en un momento dado?. ¿Qué es lo que más os halagó ayer?. ¿Por qué os
sentisteis superior a fulano o a fulana de tal, en determinado instante?. ¿A
qué hora te sentisteis superior a alguien?. ¿Por qué te engreísteis al relatar
tus triunfos?. ¿No pudisteis callar cuando murmuraban de otra persona
conocida?. ¿Recibisteis la copa de licor por cortesía?. ¿Aceptaste fumar tal
vez no teniendo el vicio, posiblemente por el concepto de educación o de
hombría?. ¿Estáis tú seguro de haber sido sincero en aquella conversación?. ¿Y
cuando te Justificas a ti mismo, y cuando te alabas, y cuando cuentas tus
triunfos y los relatas repitiendo lo que antes dijiste a los demás,
comprendiste que eras vanidoso?.
El sentido de la auto-observación
íntima, además de permitirte ver claramente al Yo que estáis disolviendo, te
permitirá también ver los resultados patéticos y definidos de tu trabajo
interior.
En principio estas creaciones del
infierno, estas aberraciones psíquicas que desgraciadamente te caracterizan,
son más feas y monstruosas que las bestias más horrendas que existen en el
fondo de los mares o en las selvas más profundas de la tierra; conforme
avancéis en vuestro trabajo podéis evidenciar mediante el sentido de
auto-observación interior el hecho sobresaliente de que aquellas abominaciones
van perdiendo volumen, se van empequeñeciendo...
Resulta interesante saber que tales
bestialidades conforme decrecen en tamaño, conforme pierden volumen y se empequeñecen,
ganan en belleza, asumen lentamente la figura infantil; por último se
desintegran, se convierten en polvareda cósmica, entonces la Esencia enfrascada, se
libera, se emancipa, despierta.
Indubitablemente la mente no puede
alterar fundamentalmente ningún defecto psicológico; obviamente el
entendimiento puede darse el lujo de rotular un defecto con tal o cual nombre,
de justificarlo, de pasarlo de un nivel a otro, etc., mas no podría por sí
mismo aniquilarlo, desintegrarlo.
Necesitamos urgentemente de un
poder flamígero superior a la mente, de un poder que sea capaz por si mismo de
reducir tal o cual defecto psicológico a mera polvareda cósmica.
Afortunadamente existe en nosotros
ese poder serpentino, ese fuego maravilloso que los viejos alquimistas
medievales bautizaron con el nombre misterioso de Stella Maris, la Virgen del Mar, el Azoe de la Ciencia de Hermes, la Tonantzín del México
Azteca, esa derivación de nuestro propio ser intimo, Dios Madre en nuestro
interior simbolizado siempre con la serpiente sagrada de los Grandes Misterios.
Si después de haber observado y
comprendido profundamente tal o cual defecto psicológico (tal o cual Yo),
suplicamos a nuestra Madre Cósmica particular, pues cada uno de nos tiene la
suya propia, desintegre, reduzca a polvareda cósmica, este o aquel defecto,
aquel Yo, motivo de nuestro trabajo interior, podéis estar seguro de que el
mismo perderá volumen y lentamente se irá pulverizando.
Todo esto implica naturalmente
sucesivos trabajos de fondo, siempre continuos, pues ningún Yo, puede ser
desintegrado jamás instantáneamente. El sentido de auto-observación íntima
podrá ver el avance progresivo del trabajo relacionado con la abominación que
nos interese verdaderamente desintegrar.
Stella Maris aunque parezca increíble
es la signatura astral de la potencia sexual humana.
Obviamente Stella Maris tiene el
poder efectivo para desintegrar las aberraciones que en nuestro interior
psicológico cargamos.
La decapitación de Juan Bautista es
algo que nos invita a la reflexión, no sería posible ningún cambio psicológico
radical si antes no pasáramos por la decapitación.
Nuestro propio ser derivado,
Tonantzín, Stella Maris como potencia eléctrica desconocida para la humanidad
entera y que se halla latente en el fondo mismo de nuestra psiquis,
ostensiblemente goza del poder que le permite decapitar a cualquier Yo antes de
la desintegración final.
Stella Maris es ese fuego filosofal
que se encuentra latente en toda materia orgánica e inorgánica.
Los impulsos psicológicos pueden
provocar la acción intensiva de tal fuego y entonces la decapitación se hace
posible.
Algunos Yoes suelen ser decapitados
al comienzo del trabajo psicológico, otros en el medio y los últimos al final.
Stella Maris como potencia ígnea sexual tiene conciencia plena del trabajo a
realizar y realiza la decapitación en el momento oportuno, en el instante
adecuado.
En tanto no se haya producido la
desintegración de todas estas abominaciones psicológicas, de todas estas
lascivias, de todas estas maldiciones, robo, envidia, adulterio secreto o
manifiesto, ambición de dinero o de poderes psíquicos, etc., aún cuando nos
creamos personas honorables, cumplidoras de la palabra, sinceras, corteses,
caritativas, hermosas en el interior, etc., obviamente no pasaremos de ser más
que sepulcros blanqueados, hermosos por fuera mas por dentro llenos de
asqueante podredumbre.
La erudición libresca, la
pseudo-sapiencia, la información completa sobre las sagradas escrituras, ya
sean éstas de oriente o de occidente,, del norte o del sur, el
pseudo-ocultismo, el pseudo-esoterismo, la absoluta seguridad de estar bien
documentados, el sectarismo intransigente con pleno convencimiento, etc., de
nada sirve porque en realidad solo existe en el fondo eso que ignoramos,
creaciones del infierno, maldiciones, monstruosidades que se esconden tras la
cara bonita, tras el rostro venerable, bajo el ropaje santísimo del líder
sagrado, etc.
Tenemos que ser sinceros consigo
mismo, preguntamos qué es lo que queremos, si hemos venido a la Enseñanza Gnóstica
por mera curiosidad, si de verdad no es pasar por la decapitación lo que
estamos deseando, entonces nos estamos engañando a sí mismos, estamos
defendiendo nuestra propia podredumbre, estamos procediendo hipócritamente.
En las escuelas más venerables de
la sapiencia esotérica y del ocultismo existen muchos equivocados sinceros que
de verdad quieren auto-realizarse pero que no están dedicados a la
desintegración de sus abominaciones interiores.
Son muchas las gentes que suponen
que mediante las buenas intenciones es posible llegar a la santificación.
Obviamente en tanto no se trabaje con intensidad sobre esos Yoes que en nuestro
interior cargamos, ellos continuarán existiendo bajo el fondo de la mirada
piadosa y de la buena conducta.
Ha llegado la hora de saber que
somos unos malvados disfrazados con la túnica de la santidad; ovejas con piel
de lobo; caníbales vestidos con traje de caballero; verdugos escondidos tras
del signo sagrado de la cruz, etc.
Por muy majestuosos que aparezcamos
dentro de nuestros templos, o dentro de nuestras aulas de luz y de armonía, por
muy serenos y dulces que nos vean nuestros semejantes, por muy reverendos y
humildes que parezcamos, en el fondo de nuestra psiquis continúan existiendo
todas las abominaciones del infierno y todas las monstruosidades de las
guerras.
En Psicología Revolucionaria se nos
hace evidente la necesidad de una transformación radical y ésta solo es posible
declarándonos a sí mismos una guerra a muerte, despiadada y cruel.
Ciertamente nosotros todos no
valemos nada, somos cada uno de nos la desgracia de la tierra, lo execrable.
Afortunadamente Juan Bautista nos
enseñó el camino secreto: MORIR EN SÍ MISMOS MEDIANTE LA DECAPITACIÓN PSICOLÓGICA.
Samael Aun Weor
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