Apartarse uno de los efectos desastrosos de la vida, en estos tiempos tenebrosos, ciertamente es muy difícil pero indispensable, de otro modo es devorado por la vida.
Cualquier trabajo que uno haga
sobre sí mismo con el propósito de lograr un desarrollo anímico y espiritual,
se relaciona siempre con el aislamiento muy bien entendido, pues bajo la
influencia de la vida tal como siempre la vivimos, no es posible desarrollar
otra cosa que la personalidad.
En modo alguno intentamos oponernos
al desarrollo de la personalidad, obviamente ésta es necesaria en la
existencia, más ciertamente es algo meramente artificial, no es lo verdadero,
lo real en nosotros.
Si el pobre mamífero intelectual
equivocadamente llamado hombre no se aísla, sino que se identifica con todos
los sucesos de la vida práctica y derrocha sus fuerzas en emociones negativas y
en auto-consideraciones personales y en vana palabrería insustancial de charla
ambigua, nada edificante, ningún elemento real puede desarrollarse en él, fuera
de lo que pertenece al mundo de la mecanicidad.
Ciertamente quien quiera de verdad
lograr en sí el desarrollo de la
Esencia , debe llegar a estar herméticamente cerrado. Esto se
refiere a algo íntimo estrechamente relacionado con el silencio.
La frase viene de los antiguos
tiempos, cuando se enseñaba secretamente una Doctrina sobre el desarrollo
interior del hombre vinculada con el nombre de Hermes.
Si uno quiere que algo real crezca
en su interioridad, es claro que debe evitar el escape de sus energías
psíquicas.
Cuando uno tiene escapes de energía
y no está aislado en su intimidad, es incuestionable que no podrá lograr el
desarrollo de algo real en su psiquis.
La vida ordinaria común y corriente
quiere devorarnos implacablemente; nosotros debemos luchar contra la vida
diariamente, debemos aprender a nadar contra la corriente...
Este trabajo va en contra de la
vida, se trata de algo muy distinto a lo de todos los días y que sin embargo
debemos practicar de instante en instante; quiero referirme a la Revolución de la Conciencia.
Es evidente que si nuestra actitud
hacia la vida diaria es fundamentalmente equivocada; si creemos que todo de
marchamos bien, así por que si, vendrán los desengaños...
Las gentes quieren que las cosas
les salgan bien, "así porque si", porque todo debe marchar de acuerdo
con sus planes, más la cruda realidad es diferente, en tanto uno no cambie
interiormente, gústele o no le guste será siempre victima, de las
circunstancias.
Se dice y se escribe sobre la vida,
muchas estupideces sentimentales, más este Tratado de Sicología Revolucionaria
es diferente.
Esta Doctrina va al grano, a los
hechos concretos, claros y definitivos; afirma enfáticamente que el
"Animal Intelectual" equivocadamente llamado hombre, es un bípedo
mecánico, inconsciente, dormido.
"El Buen Dueño de Casa"
jamás aceptaría la
Psicología Revolucionaria ; cumple con todos sus deberes como
padre, esposo, etc., y por ello piensa de sí mismo lo mejor, pero sólo sirve a
los fines de la naturaleza y eso es todo.
Por oposición diremos que también
existe "El Buen dueño de Casa" que nada contra la corriente, que no
quiere dejarse devorar por la vida; empero, estos sujetos son muy escasos en el
mundo, no abundan nunca.
Cuando uno piensa de acuerdo con
las ideas de este «Tratado de Psicología Revolucionaria», obtiene una correcta
visión de la vida.
Samael Aun Weor
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